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jueves, 23 de febrero de 2012

Una delicia oculta, la carne de Kobe.

Originario de Japón y alrededor de 500€ el ½ kilo, estos Kuroge Wagyu (res de piel negra), se crían en zonas rurales de Japón. En la actualidad menos de 300 granjas crían el buey de Kobe, ya que su crianza, aunque reporta grandes beneficios, es muy complicada, laboriosa y costosa.
Durante el crecimiento los bueyes son alimentados con un grano seleccionado y con cerveza, mientras viven en establos ambientados con música y durante el día reciben relajantes masajes. Otro cuidado que los ganaderos proporcionan a sus bueyes es el “baño de sake“. Cada cierto tiempo y durante varias horas, los Wagyu son lavados con este tradicional licor japonés, lo que influye también en la calidad de la carne.

Una de las propiedades que hacen tan singular esta carne es encontrar el entreverado de carne y grasa, que recuerda y es similar al que hallamos en los jamones de raza ibérica y que transmiten esa jugosidad que es difícil de encontrar en los animales.

Esta marmoración intramuscular es un aspecto fundamental para el incomparable sabor mantecoso y ternura de las carnes Kobe. Además de las características mencionadas previamente, el contenido graso es de aproximadamente la mitad de los niveles de grasa saturada encontrada en la mayoría de las carnes magras comerciales, siendo así la más efectiva en cuanto a la reducción del nivel de colesterol.




Para deleite de los comensales, es preciso informarles ante todo de las características de la suculencia que van a degustar: una carne baja en grasa saturada, sin indicio alguno de hormonas o factores de crecimiento y un sabor que los especialistas de todo el mundo consideran campeón. Su textura es sutil, aterciopelada, al estilo del foie gras.
En España todavía es difícil de encontrar, pero algunos restaurantes, sobre todo en Madrid, comienzan a incluirla en sus cartas. Normalmente viene de la mano de los establecimientos japoneses o de cocina de fusión, porque la carne de buey de Kobe, la número uno de la gastronomía nipona, comienza a adquirir fama también en Occidente.

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