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viernes, 10 de febrero de 2012

La magía oculta de Japón.

Más allá del bullicio de Tokio y Kioto, la espiritualidad de Koyasan o el fascinante paisaje de Matsushima ofrecen otras caras diferentes del gigante asiático.


Son las 9.30 horas de la mañana y con puntualidad japonesa empieza la presentación. Coge el micrófono la profesora Yukari Fujimoto, una de las pocas especialistas universitarias del mundo en la materia a tratar: el manga. Y entonces, sin imaginarlo siquiera, todos los presentes sentimos un temblor. Es mínimo, casi imperceptible, pero suficiente para asustar y sorprender a quienes no estamos familiarizados con los seísmos del archipiélago nipón. El también profesor de la Universidad Meiji de Tokio Kaichiro Morikawa, que espera a que su compañera le ceda el estrado, se percata del miedo en nuestros rostros y le quita hierro al asunto con una pequeña carcajada y un «a little earthquake» (un pequeño temblor).
El incidente nos sirvió para abrir boca. En ocho días, la decena de periodistas europeos invitados por el gobierno japonés para apreciar las maravillas del país, tendríamos la oportunidad de sentir tres temblores más. Imposible que la piel no se estremezca al recordar el tsunami que hace casi un año asoló la costa este de Japón, causó miles de muertos y dañó la central nuclear de Fukushima. La tragedia tuvo consecuencias nefastas para el turismo, de ahí que las autoridades niponas hayan tomado medidas para recuperar un sector que reporta pingües beneficios económicos. Y, poco a poco, las cifras se estabilizan. Por ejemplo, en octubre pasado, el número de turistas extranjeros bajó un 15,3% con respecto al mismo mes del año anterior, frente a la histórica caída del 62,5% en abril.
Japón se desvive por volver a la normalidad y hace ímprobos esfuerzos para enseñar al mundo su atractiva mezcla entre lo moderno y lo tradicional y resaltar los aspectos de su geografía y de su cultura que, aunque masivamente disfrutados por los nipones, pueden suponer un buen reclamo para los foráneos.

Extravagancia en la calle

Tokio se lleva la palma. La capital ha seguido el frenético ritmo que la caracteriza a pesar de la catástrofe del 11 de marzo. Proyectos como la Biblioteca Internacional de Manga de Tokio, que complementará al Museo Internacional de Manga en Kioto y al Museo de Animación de Suginami, dan fe de ello. La crisis económica por la que atraviesa el país no alcanza al otro barrio de la capital, Akihabara, considerado una miniciudad para ‘otakus’ y ‘geeks’. Sus calles y tiendas, atestadas de adolescentes y jóvenes nipones, no son aptas para turistas cobardes y pueden satisfacer los deseos más extravagantes. Por un ‘nerd’ se adquiere desde una radio extraña de los años 50 hasta una réplica a tamaño real de un personaje de ‘manga’. El variopinto escenario se completa con las relaciones públicas de los establecimientos, chicas que reparten ‘flyers’ por las calles vestidas a lo ‘lolita’ y con ese ‘arigato gozaimaaaaaaaaasu’ que penetra en los oídos. Todo un espectáculo que no deja indiferente al visitante.
Osaka, tampoco. La segunda ciudad más grande de la nación, situada al sur de Honshu, la isla principal del país, ofrece el impresionante ‘skyline’ de sus edificios en contraposición con sus callejuelas caóticas y oscuras, que sirvieron de inspiración a Ridley Scott para sus películas ‘Black rain’ y ‘Blade runner’.
Sin embargo, la mayor fuerza turística de este país tal vez haya que buscarla en el sabor tradicional de muchas de sus ciudades. El sumo es un espectáculo con una tradición japonesa muy arraigada y antigua pero que se abre al público extranjero. Comprar entradas en Tokio puede ser toda una odisea para un aficionado novato, pero merece la pena vivir el deporte en directo. Actualmente hay 41 luchadores de sumo internacionales procedentes de once países.
Más lejos, en la región de Iwate, la segunda más afectada por el terremoto, encontramos el río Geibikei, una auténtica maravilla natural, o el templo Hiraizumi, declarado Patrimonio Cultural por la Unesco en junio de 2011, aunque resultara gravemente dañado. Entre los paisajes más bellos destaca el de Matsushima, donde unas rocas, a modo de pequeñas islas, se distribuyen por la bahía. A pesar de resultar muy afectada por el tsunami, en esta ciudad, curiosamente, solo fallecieron dos personas. Algunos lugareños piensan que fueron las propias rocas de la bahía de Matsushima las que amortiguaron el golpe de la gran ola. Lo cierto es que este paisaje, considerado una de las tres maravillas de Japón, ha tenido una bajada de turistas del 63% en un año. El presidente de la Asociación de Turismo de la ciudad, Kyuichiro Sato, explica que él mismo perdió su casa tradicional japonesa construida al nivel del mar. Ahora vive con su mujer y su madre en el pequeño apartamento de su hija. Ya sueña con construir una nueva casa «para volver a escribir la historia de la familia Sato», comenta con la tristeza instalada en sus ojos y la determinación en sus palabras. «Eso sí, esta vez construiré la casa en una zona más alta», sentencia.

Japón tradicional

Al sur del país se sitúa la prefectura de Wakayama, cuna de la gastronomía japonesa más tradicional y donde se encuentra el Camino de Kumano, también declarado Patrimonio de la Humanidad. Es la segunda ruta espiritual más importante del mundo, por detrás del Camino de Santiago. Bien merece una detenida mirada Koyasan, una de las ciudades clave del peregrinaje de Kumano, y cuna de las religiones budista y sintoísta. Es obvio que el turismo de esa zona tiene mucho que ver con la espiritualidad. Descubrir el original cementerio de Okuno-in donde se personalizan las tumbas según la profesión del difunto, sus ceremonias en primera fila, su exclusiva comida vegetariana y disfrutar de sus numerosos ‘onsen’ (baños termales) te transportan al nirvana rápidamente.
No parece que el terremoto y el tsunami hayan provocado un incremento de fieles en Japón pero, a pesar del descenso de turistas extranjeros, los visitantes nacionales a estos lugares espirituales se mantienen fieles y tenaces. Aunque la mayoría de nipones prefiere devorar la última novedad tecnológica –los smartphones están desbancando por primera vez a los móviles japoneses llamados ‘keitai’– que acorta al máximo el uso energético; o inscribirse en la multitudinaria maratón de Tokio del próximo día 26; o contemplar la primera nevada del año en la capital, que abrió los informativos del último día de nuestra estancia. Una bonita estampa para poner el final a un viaje lleno de soles nacientes.

1 comentario:

Raquel dijo...

Wow! que cosas! me a encantado este post! Muy curioso
Bss

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